“¿En la ausencia se valora la presencia?”

De carácter forzoso, mis oídos se han visto expuestos a escuchar repetidamente la popular frase: “en la ausencia se valora la presencia”.

Noté que, aunque infinitas leguas nos distanciaban ya, yo me conformaba con besos gastados, amargos y comprometidos, con miedo a que ya no estuvieras. Cuando tuve que aceptar tu partida, sin despedida, sin “hasta luego” o “nos veremos pronto” a duras penas, berrinches, lagrimas y “sana sanas”, el corazón insatisfecho y con insaciable hambre de respuestas, se encerró en la preciada biblioteca de su sentir, con el único propósito de recopilar los datos que enmudecieran todas aquellas recién nacidas mil y una preguntas, los libros se apuñaban, y variaban tanto tonos de voz como en mensajes, algunos con entonaciones burlescas disfrutaban de las ansias, otros con pañuelo en mano le consolaban, alguno que otro le alentaba a seguir y a superar, pero, ¿cómo hacerlo?, en su vida había contemplado tantos cómos? porqués? paraqués? Y cuántos? Al mismo tiempo y en un mismo lugar.

Y tomé conciencia, cuando entendí que todo aquello que llegué a encontrar era únicamente lo que yo quería entender y aceptar, desviaba mi atención a un punto fijo, de dimensiones cortas y reducidas, enfocándome en “eso”, todo lo demás simplemente lo desechaba, lo ignoraba, NO LO VEIA!

Áspero e hiriente, el momento en el que no se puede continuar ignorando la realidad, y de manera tardía me doy cuenta de que si bien en mi espacio todo estaba bien esquematizado, organizado y planificado, fuera de allí el mundo era regido por el caos!!!

“¿En la ausencia se valora la presencia?”
Pocas veces he estado tan avivadamente de acuerdo con un decir popular, es en TU ausencia en donde valoro MI presencia, porque el que queda siempre soy yo, y nunca voy a estar solo porque me tengo a mi mismo, el corazón ya no necesita respuestas, el pensamiento no se agita mas por historias concluidas, soy mi dueño y mi dedo es el que cambia al mundo.