miércoles, 25 de agosto de 2010

Encontrando lo que nunca perdí

Poco tiempo ha pasado desde que tomé conciencia de mí, como toda persona cuento con virtudes y con defectos, pasa que yo suponía que al potenciar mis virtudes los defectos irían desapareciendo, o por los menos se me podía facilitar el ignorarlos…

Resulto que una esplendida tarde de verano, de esas pocas que se llegan a apreciar en las Tierras del Cerro Iral, con pala en mano y providencia en el pecho, me dispuse a llevar a cabo mi faena. Camine hasta la cumbre del mismísimo lugar en donde la lluvia transmuta en ríos, el viento en canciones del alma y el Sol en semillas, y bien escondí los defectos que a mi parecer eran inconcebibles…

Tiempo después, el agua se encargó de lavar las culpas, el calor de la naturaleza de las mismas semillas las mantuvo vivas… Y el Viento, transporto la palabra…

“Soy cuerpo, alma, espíritu”, un todo, un ser humano que necesita estar completo siempre en constante comunicación con “todo” su YO, que piensa, y piensa mucho, a veces de más.. Pero que también siente “Soy sangre y lagrimas a su vez”.

Hallando así, que al no verme a cabalidad no soy un K¨at feliz, y muy lejos de ser uno sano, descifro que es de prioridad eminente devolverme a buscarme, Con las mismas herramientas, y con el doble de anhelo en el pecho he llegado al mismo lugar en donde tiempo atrás había enterrado parte de mi.

Grata sorpresa, pues aca me encuentro, en un juego soberanamente seductor, redescubriéndome, decidiendo que aprecio y que no tolero, y mucho mejor aún en entero control de cuando, como, con quien y hasta cuanto comparto de mi vida con el resto del mundo.

Heme aquí. Encontrando lo que nunca perdí…

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